Los últimos tiempos se vienen caracterizando por el lento, pero sostenido crecimiento de los desplazamientos en bicicleta.
El vehículo automotor, mantiene su lugar de preeminencia, pero muchos son los que hemos comenzado a comprender que, al menos cuando es posible, la bicicleta es un excelente modo de transporte que, no sólo nos acerca a nuestros destinos, sino que también, nos ayuda a mantener un buen estado físico y por qué no, también psíquico, al hacernos posible momentos de placer y disfrute.
Se observa también que éste medio está indisolublemente asociado con la mejora ambiental y, la pacificación del tránsito en las ciudades, lo que lo convierte en un elemento de ayuda para provocar cambios positivos en nuestra actual movilidad, de allí que, la tendencia es hoy, generar espacios cada vez más extensos y seguros, en donde los ciclistas puedan desplazarse, incrementando también, el número de viajes bajo ésta modalidad.
Sabemos que la bicicleta no es útil siempre y en todo momento. Circunstancias de orden climático, de salud o, de geografía por ejemplo, pueden complicar su elección como medio de transporte, sin embargo, es conveniente que cuando se presenten ventajas competitivas adecuadas con el automóvil, haya cada vez más individuos dispuestos a usar la bicicleta, en lugar de subirse al auto y, autoridades entusiasmadas en realizar los ajustes necesarios para complementarla con los otros sistemas de transporte (tren, ómnibus, etc.).
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